Fuente: El Tiempo | Por: OLGA LUCÍA MARTÍNEZ ANTE | El Centro Interactivo, en Ciudad Salitre, en Bogotá, ha recibido 26 millones de visitantes.
Segundo Vargas tiene 78 años y mucho que ver con Maloka. Hizo parte del grupo de operarios que lo construyeron y se quedó porque ofreció otro de sus servicios, el de jardinero. A su cargo están papiros, lirios amarillos, orquídeas, cauchos blancos y negros, alisos y cucharos.
“Si me sacan de aquí, me muero”, dice este santandereano cuyo reino es externo en su mayoría, pero que conoce Maloka como nadie.
Sabe que, adentro, los niños y adultos que visitan el lugar pueden encontrar experiencias relacionadas con terremotos, vida, biodiversidad, gas y petróleo, el universo y los monstruos marinos.
Por ejemplo, sobre temblores, además de sentir que el piso se mueve, los visitantes puede aprender cuáles son las zonas del país en las que más tiembla.
Y es que todo en Maloka es experimento, todo se vive y se siente. De ahí que su directora, Nohora Elizabeth Hoyos, cuente que su nacimiento se debió a la “importancia de aportarle al país en ciencia, tecnología e innovación para el aprendizaje”.
Agrega que aún hoy se sorprende con lo que hay en el lugar y con las caras de las personas cuando experimentan la ciencia sin retórica, gracias a un buen guía.
Alexánder Díaz, de 27 años, es uno de ellos. Dice que lo primero que hace cuando lleva un grupo es sacarles una sonrisa. “Cuando el hielo se rompe, me acerco a través del conocimiento”, comenta el joven, para quien Maloka es “una biblioteca viva”. Por eso, les dice a sus visitantes: “Sin darnos cuenta, hacemos ciencia con todo lo que usamos en la vida cotidiana”. Su experimento favorito del lugar es el generador de Van de Graaff, “porque permite apreciar la fuerza de la naturaleza de manera directa”.
Y en la puerta de Maloka, Misael Ordóñez, auxiliar de seguridad, recibe a los visitantes abriendo los brazos y contándoles qué van a ver.
Empleado del lugar desde hace 9 años, dice que si algún día tiene que dormir allí, el Cine Domo (con sus cintas de ciencia, que divierten) es el mejor sitio, “pues es tranquilo y caliente”.
En total, son 17.000 metros cuadrados de construcción, y bajo tierra hay 200 módulos de aprendizaje inagotable, hasta donde han llegado 26 millones de visitantes para ver los tres mundos de Maloka: Sin fronteras, Virtual y Centro Interactivo.
Además, es una construcción enclavada en un barrio, Ciudad Salitre. La directora cuenta que, cuando lo estaban construyendo, pidió que en la zona exterior pusieran bancas, para que la gente pudiera sentarse a disfrutar de la cúpula y de las plantas.
Allí ha visto parejas reconciliándose, gente charlando o leyendo. Y adentro, entre muchos rostros, los de sorpresa de niños en condición de discapacidad, que en Maloka aprenden de algo llamado ciencia con una sonrisa.
Importante
Cra. 68D n.° 24A-51, Bogotá. Tel.: 427-2707. De lunes a viernes, de 8 a. m. a 5 p. m. Fin de semana, de 10 a. m. a 7 p. m. Boletas: 10.500 y 15.500 pesos.
Otras experiencias
Monstruos marinos. Con especies marinas extinguidas que estuvieron en el territorio nacional, y las posibles causas de su desaparición.
Biodiversidad. Los visitantes entran a un bosque alto andino y a un bosque de niebla.
Extracción de gas y petróleo. Recorrido por la forma como nacen y para qué sirven.
Segundo Vargas tiene 78 años y mucho que ver con Maloka. Hizo parte del grupo de operarios que lo construyeron y se quedó porque ofreció otro de sus servicios, el de jardinero. A su cargo están papiros, lirios amarillos, orquídeas, cauchos blancos y negros, alisos y cucharos.
“Si me sacan de aquí, me muero”, dice este santandereano cuyo reino es externo en su mayoría, pero que conoce Maloka como nadie.
Sabe que, adentro, los niños y adultos que visitan el lugar pueden encontrar experiencias relacionadas con terremotos, vida, biodiversidad, gas y petróleo, el universo y los monstruos marinos.
Por ejemplo, sobre temblores, además de sentir que el piso se mueve, los visitantes puede aprender cuáles son las zonas del país en las que más tiembla.
Y es que todo en Maloka es experimento, todo se vive y se siente. De ahí que su directora, Nohora Elizabeth Hoyos, cuente que su nacimiento se debió a la “importancia de aportarle al país en ciencia, tecnología e innovación para el aprendizaje”.
Agrega que aún hoy se sorprende con lo que hay en el lugar y con las caras de las personas cuando experimentan la ciencia sin retórica, gracias a un buen guía.
Alexánder Díaz, de 27 años, es uno de ellos. Dice que lo primero que hace cuando lleva un grupo es sacarles una sonrisa. “Cuando el hielo se rompe, me acerco a través del conocimiento”, comenta el joven, para quien Maloka es “una biblioteca viva”. Por eso, les dice a sus visitantes: “Sin darnos cuenta, hacemos ciencia con todo lo que usamos en la vida cotidiana”. Su experimento favorito del lugar es el generador de Van de Graaff, “porque permite apreciar la fuerza de la naturaleza de manera directa”.
Y en la puerta de Maloka, Misael Ordóñez, auxiliar de seguridad, recibe a los visitantes abriendo los brazos y contándoles qué van a ver.
Empleado del lugar desde hace 9 años, dice que si algún día tiene que dormir allí, el Cine Domo (con sus cintas de ciencia, que divierten) es el mejor sitio, “pues es tranquilo y caliente”.
En total, son 17.000 metros cuadrados de construcción, y bajo tierra hay 200 módulos de aprendizaje inagotable, hasta donde han llegado 26 millones de visitantes para ver los tres mundos de Maloka: Sin fronteras, Virtual y Centro Interactivo.
Además, es una construcción enclavada en un barrio, Ciudad Salitre. La directora cuenta que, cuando lo estaban construyendo, pidió que en la zona exterior pusieran bancas, para que la gente pudiera sentarse a disfrutar de la cúpula y de las plantas.
Allí ha visto parejas reconciliándose, gente charlando o leyendo. Y adentro, entre muchos rostros, los de sorpresa de niños en condición de discapacidad, que en Maloka aprenden de algo llamado ciencia con una sonrisa.
Importante
Cra. 68D n.° 24A-51, Bogotá. Tel.: 427-2707. De lunes a viernes, de 8 a. m. a 5 p. m. Fin de semana, de 10 a. m. a 7 p. m. Boletas: 10.500 y 15.500 pesos.
Otras experiencias
Monstruos marinos. Con especies marinas extinguidas que estuvieron en el territorio nacional, y las posibles causas de su desaparición.
Biodiversidad. Los visitantes entran a un bosque alto andino y a un bosque de niebla.
Extracción de gas y petróleo. Recorrido por la forma como nacen y para qué sirven.
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